Capítulo XICómo Trajano y Tito ganaron combatiendo a Jafa, y la matanza que allí hicieron.En estos mismos días fué llamado Vespasiano a combatir una ciudad muy cerca de Jotapata, la cual se llamaba Jafa por nombre, porque trabajaba en innovar las cosas, y principalmente por haber oído que los de Jotapata resistían, sin que de ellos tal confiase, se ensoberbecían y levantaban. Envió allá a Trajano, capitán de la legión décima, dándolo dos mil hombres de a pie y mil de a caballo. Hallando éste muy fuerte la ciudad, y viendo que era muy difícil tomarla, porque además de ser naturalmente fuerte, estaba cerrada con doble muro, y que los que en ella habitaban habían salido muy en orden contra él, dióles batalla; y resistiéndole al principio un poco, a la postre volvieron las espaldas y huyeron. Persiguiéndolos los romanos, entraron tras ellos en el cerco del primer muro; pero viéndolos venir más adelante, los ciudadanos les cerraron las puertas del otro, temiendo que con ellos entrasen también los enemigos. Y por cierto Dios daba tantas muertes de los galileos a los romanos de su grado, el cual dió a los enemigos todo aquel pueblo echado fuera de los muros de su propia ciudad, para que todos pereciesen: porque muchos, echándose juntos a las puertas y dando voces a los que las guardaban que les abriesen, mientras estaban rogando que les abriesen, los romanos los mataban, teniéndoles ellos cerrado el un muro, y el otro los mismos ciudadanos que dentro estaban, por lo cual tomados entre el un muro y el otro por las mismas armas de sus amigos, unos a otros se mataban; pero muchos más caían por las armas de los romanos, sin que tuviesen esperanza de vengar tantas muertes en algún tiempo; porque además del miedo y temor de los enemigos, les había hecho perder el ánimo a todos ver la traición que los mismos naturales les hacían. Finalmente, morían maldiciendo, no a los romanos, sino a los judíos, hasta que todos murieron, y fué el número de los muertos hasta doce mil judíos: por lo cual, pensando Trajano que la ciudad estaba vacía de gente de guerra, y que aunque hubiese dentro algunos no habían de osar hacer algo contra él, con el gran temor que le tenían, quiso guardar la conquista de la ciudad para el mismo capitán y emperador Vespasiano. Así le envió embajadores que le rogasen quisiese enviarle a su hijo Tito, para que diese fin a la victoria que él había alcanzado. Pensó Vespasiano que había aún algún trabajo, y por esto envióle su hijo con gente, que fueron mil hombres de a pie y quinientos caballos. Llegando, pues, a buen tiempo a la ciudad, ordenó su ejército de esta manera. Puso a la mano izquierda a Trajano, yél púsose a la mano derecha en el cerco. Allegando, pues, los soldados las escalas a los muros, habiéndoles resistido algún tanto por arriba los galileos, luego desampararon el muro; y saltando Tito y toda su gente con diligencia dentro, tomaron fácilmente la ciudad, y aquí se trabó con los que dentro estaban juntados una fiera batalla, echándose unas veces por las estrechuras de las calles los más esforzados y valerosos soldados, otras veces echando las mujeres por los tejados las armas que hallar podían. De esta manera alargaron la pelea hasta las seis horas de la tarde; pero derribada ya toda la gente de guerra que había, todo el otro pueblo que estaba por las calles y dentro de las casas, mancebos y viejos, todos los pasaban por las espadas y eran muertos. De los hombres no quedó alguno con vida, excepto los niños y las mujeres que fueron cautivadas: el número de los que en esto murieron, así dentro de la ciudad como entre los muros, al primer combate llegó a quince mil hombres, y fueron los cautivos dos mil ciento treinta. Toda esta matanza fué hecha en Galilea, a los veinticinco días del mes de junio. *** |
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