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LIBRO TRIGÉSIMO SEXTO CAPÍTULO PRIMERO Los cartagineses deliberaron largo tiempo sobre la satisfacción que Roma pedía. Ya les había ocurrido entregarse a ellos, pero Utica se les adelantó a hacerlo. No tenían, sin embargo, otro recurso para evitar la guerra, y hacían lo que los vencidos jamás hicieron aun en la mayor extremidad, y aun viendo a los enemigos al pie de sus murallas; siendo lo peor que lo efectuaban sin esperar nada de esta sumisión, porque el haberse entregado antes Utica debilitaba el mérito de este acto. Era necesario, no obstante, tomar un partido; y, en último caso, no era tan grande este mal como el de verse obligados a proseguir la guerra; por lo cual tras muchas conferencias secretas acerca de lo que convenía hacer, comisionaron a Giscón, Strutano, Amílcar, Misdes, Gillicas y Magón, dándoles plenos poderes para transigir con los romanos como juzgaran oportuno. Al llegar a Roma estos embajadores, supieron que estaba declarada la guerra y en marcha el ejército. Sin deliberar, se entregaron con cuanto les pertenecía a los romanos. Ya hemos explicado lo que significa entregarse a discreción de alguno o rendirse en forma de dedición; pero bueno es refrescar la memoria. Rendirse o entregarse a discreción de los romanos era hacerles dueños absolutos del país, de las ciudades, de los habitantes, de los ríos, de los puertos, de los templos, de las tumbas, en una palabra, de todo. CAPÍTULO II Cólera de los cartagineses al saber la contestación de los romanos. No podían formar idea del infortunio que les amenazaba, mas la actitud de sus embajadores les hizo augurar todos los males, comenzando las quejas y lamentos............................ ............................................................................................................................ Tras estos generales clamores reinó profundo silencio, como cuando se aguarda algún acontecimiento que sorprende; pero pronto corrió la noticia, y el estupor dejó de ser silencioso. Unos se arrojaban furiosos contra los comisionados, como si fueran causa de sus males; otros hacían víctima de su ira a los italianos que encontraban; otros acudían a las puertas de la ciudad. CAPÍTULO III Al ver las avanzadas del enemigo, Fameas, que no era tímido, no osaba, sin embargo, entregarse a Escipión, mas se aproximó a aquellas resguardado por una altura del terreno, y permaneció allí largo tiempo.............................................................................. ................................................................................................................................ Los manípulos de los romanos se habían refugiado sobre la colina, y cuando todos manifestaron su parecer, Escipión dijo: «Puesto que se trata de deliberar, antes de que comencemos opino que debéis cuidar más de no recibir daño, que de hacérselo al enemigo... ............................................................................................................................... A nadie debe admirar que relatemos con detenimiento cuanto a Escipión atañe, y recordemos una por una todas sus palabras..................................................................................... ............................................................................................................................... Cuando Marco Poncio Catón supo las grandes cosas realizadas por Escipión, dícese que dijo era el único sabio, y que los demás parecían sombras a su lado. |
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