Capítulo XIXDel premio y remuneración que los soldados hubieron por haber peleado bienDeterminó Tito dejar en guarnición la décima legión y alguna compañía de caballos y escuadrones de a pie. Habiendo, pues, administrado todas las cosas de la guerra muy bien, deseaba loar todo el ejército generalmente por haber hecho todas las cosas valerosamente y con gran ánimo y deseaba dar el premio a los que se habían en esta guerra mostrado principales. Mandando poner en orden un gran tribunal, en medio y delante de todos, salió él con la gente noble más principal y de la parte que podían todos los soldados oírle, hízoles muchas gracias, diciendo que había conocido el ánimo y benevolencia que habían con él usado y perseverado. Loábales principalmente porque le habían en todo obedecido y por haber mostrado gran esfuerzo y fortaleza en muchas y muy grandes cosas, ensanchando con ello el imperio de la patria, y haciendo manifiesto a todos los hombres, que ni la muchedumbre de los enemigos, ni el abastecimiento de las tierras, ni la grandeza de las ciudades, ni el atrevimiento y audacia sin consideración, ni las crueldades fieras y muy desenfrenadas pueden jamás huir de las manos ni de las fuerzas de los romanos, por más que hayan algunos tenido por favorable la fortuna en muchas cosas; dijo también ser cosa muy gentil poner fin a las guerras, que mucho tiempo habían durado, porque no les había él deseado cosa alguna mejor desde que se comenzaran, y que esto era mejor y más digno de todo loor e inmortalidad; que los capitanes romanos y administradores del imperio reciben con toda honra y muy dignamente al que ellos por emperador declaran, y piensan ser cosa justa y razonable tenerse todos a lo que ellos habían determinado. Dijo que se maravillaba de todos e igualmente a todos los amaba, porque ninguno se mostró menos alegre en el trabajo que esforzado a su tiempo; pero a los que con mayores fuerzas habían más valerosamente peleado, y habían ganado con sus hechos valerosos nombre e ilustrado su fama, ennobleciendo más su milicia con mayores hazañas, dijo que él les satisfaría según merecían y los galardonaría también; y que ninguno de los que habían trabajado más que los otros sería sin justísimo premio y galardón; porque él tenía gran diligencia puesta sobre ello, lo tenía muy a cargo, porque más quería honrar la virtud y esfuerzo que habían mostrado en perseverar, como buenos compañeros, en la guerra, que no en castigar los yerros de los otros. Mandó entonces que aquellos que tenían de ello cargo, luego a la hora los nombrasen y declarasen, y llamando a cada uno por su nombre, loábalos a todos en su presencia como alegrándose por ver buen suceso en sus cosas, y poníales coronas de oro en sus cabezas, cadenas en sus cuellos y lanzas largas, daba otras insignias también hechas de plata, y mudaba las órdenes, adelantando a cada uno más del estado que tenía. Repartió también del despojo y saqueo de la ciudad mucho oro y mucha plata, muchos vestidos y mucho de todo el otro robo liberalmente. Habiendo, pues, galardonado a todos, según lo que cada uno merecía, y habiendo hecho él con todo su ejército sus ruegos a Dios, haciendo gracias, descendió con gran aplauso y favor de todos, y púsose a celebrar sus sacrificios a Dios por causa de la célebre victoria, y estando gran muchedumbre de bueyes allí alrededor de las aras, habiéndolos todos sacrificado, diólos después a su ejército, para que celebrasen con ellos sus banquetes y regocijos, y habiéndose él holgado también por espacio de tres días con los más principales que con él estaban, dió licencia a toda su gente para que cada uno se fuese a donde mejor le pareciese. Encomendó la guarda de Jerusalén a la décima legión, poniéndola toda allí de guarnición sin enviarla al Éufrates, a donde antes solía estar; la duodécima, acordándose que había sido vencida por los judíos, la mandó salir toda de Siria, porque antes solía estar con los rafoneas, y envióla a Melitene, una villa o ciudad así llamada: está ésta edificada en la raya o en los confines de Armenia y de Capadocia, y pensó que le bastaba a él por entonces tener consigo dos, hasta que llegase a Egipto; es a saber, la quinta y la décimaquinta. Y habiendo de allí descendido a Cesárea, que es ciudad marítima, puso allí, y dejó todo lo que de Jerusalén consigo traía, y mandó que fuesen muy bien guardados todos los prisioneros y cautivos que consigo traía, porque por ser ya invierno érale imposible navegar para Italia. *** |
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